miércoles, 12 de octubre de 2016

Recuerdos de turdetania

Dicen que tenemos muy mala memoria, apenas podemos recordar lo que hicimos hace un mes y muchos de los recuerdos que creemos tener cuando pasa más tiempo en muchas ocasiones son inventados o tienen muy poco que ver con lo que ocurrió en realidad.

Cuando no son los años sino los siglos los que pasan y no es la memoria individual sino la colectiva la que se pretende recordar es normal que caigamos en desvaríos e inexactitudes que desfiguran totalmente a eso a lo que le llamamos comúnmente historia.

Es por eso fácil encontrar apasionados de su identidad que se exaltan con un pasado reconstruido y mítico al que hacen encajar como pueden con sus prejuicios y afinidades, con filias y sus fóbias. También encontramos a los que desde otra perspectiva pretenden reinventar la historia desde los parámetros del presente con fines muchas veces políticos o propagandísticos.

Ante todas estas formas confusas de entender nuestro pasado, solo pegándonos a un sistema que organice de forma metódica los materiales con los que trabajan los historiadores puede avanzar y arrojar luz sobre los años y los siglos que nos precedieron. Es la historiografía moderna, un método que ahuyenta como con un látigo a todos los que quieren manipular el pasado en su propio beneficio.

Lo que está claro es que a día de hoy, a pesar de imperar este método científico, un historiador para hacer su trabajo y darlo a conocer debe enfrentarse muchas veces a la historia oficial que te lo explica todo desde el punto de vista nacionalista o a un tipo de literatura comercial que vende auténticos cuentos y leyendas que quieren hacer pasar por verdaderos.

Incluso echos que no dejan lugar a dudas como lo es el de las relaciones marítimas que existían entre la península ibérica y el norte de África siguen poniéndose en duda por parte de historiadores oficiales que en más de una ocasión se ajustan a intereses ajenos a las materias que estudian .

Rechazando toda ideología e intentando centrarnos en lo que de verdad pasó de lo primero que nos damos cuenta es que en muchas ocasiones los pocos fragmentos con los que se cuenta no dan más que para fijar alguna pieza en un inmenso puzle que nos aclara algún acontecimiento. Solo cuando se juntan algunas de esta piezas podemos ver parte del dibujo de lo que fue.

Centrándonos en nuestro territorio, en Andalucía, en la comarca de los alcores, lo que algún día se conoció como el sur de Iberia vemos como la falta de información y la tergiversación de nuestra historia es de lo común,

Tal vez porque es esta una zona fácil de invadir, accesible por tierra, por el mar y por sus ríos y porque las civilizaciones que fueron llegando acabaron con las que ya estaba asentadas, borrando cualquier rastro de su existencia o tal vez porque estas civilizaciones que se sucedieron fueron fusionándose con las otras como mejor pudieron en cada caso hasta llegar al día de hoy.

Hablar de que existe una continuidad entre aquellas gente que vivieron en un pasado tan remoto con la gente de hoy en día sería un disparate pero sí que podemos hallar similitudes en usos y costumbres. Básicamente por que el clima, la orografía, esculpen en la base las maneras de los pueblos.

Todos esos pueblos desde que se comenzó a navegar, tuvieron que enfrentarse a esos grande ríos por los que podían adentrarse en las inhóspitas tierras selváticas del interior. Todos esos pueblos comprobaron cuando empezaban a sembrar o domesticar a los animales que era esta tierra un lugar de gran abundancia y de un clima templado que invitaba a una vida dedicada a glorificar y ensalzar tanta belleza.

¿Desde cuando se adora a la diosa Astarté? ¿Navegaban ya desde esta zona donde hoy nos encontramos hasta El coto de Doñana los antiguos tartessos? Probablemente estas romerías se vienen dando desde un pasado muy remoto. Una costumbres que vienen a sustituir a otras pero que solo cambian la apariencia.

Incluso si nos fijamos con detenimiento podemos encontrar familias antiguas de origen turdetano como la de Trajano, se ha encontrado incluso que les a palabra traii de origen turdetano de la que viene el apellido del famoso emperador romano. No eran culturas que desaparecían, se iban asimilando unas a las otras.

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