Miles son los aficionados que, desde los más apartados rincones, se acercan a la Casa Palacio en las noches del Concurso y el Festival, e incluso en las pruebas de selección previas, conscientes de acudir a una cita ineludible con el buen cante.
Los artistas jóvenes, las nuevas promesas, los aspirantes, saben que triunfar en el Concurso de Mairena, a la sombra de la llave del Maestro, abre muchas puertas en un mundo tan difícil y competitivo. Los artistas ya consagrados, muchos de ellos iniciados en estas mismas tablas, perciben que Mairena constituye un broche perfecto para cerrar su temporada veraniega de cante.
Críticos y periodistas siguen atentos a los preliminares, glosan el concurso, comentan el cartel y analizan hasta en sus más mínimos detalles “la noche grande”, pretendiendo desentrañar la esencia de una de las manifestaciones más características de este maravilloso y a la vez misterioso mundo que es el flamenco.
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