jueves, 29 de abril de 2010

Paseo por los Alcores tartesios

   Referente a la visita que la asociación realizó a la exposición arqueológica de la Hispanic Society comentar mis impresiones, además de hacer un rápido viaje por los siglos de Tartessos por nuestra tierra...

Alcoreños de distintos milenios….

    Ante todo reseñar que lo que vivimos en esa visita fue un reconocimiento entre alcoreños que distamos dos milenios y medio en el tiempo histórico.  Los alcoreños de ahora  nos reconocimos en los objetos materiales que hicieron los alcoreños de antes.



Vasos Campaniformes desde Carmona para la humanidad.

    Emocionante fue contemplar los extraordinarios Vasos Campaniformes que Bonsor halló en el Acebuchal y en la Cruz del Negro. Ante su visión era fácil hipotetizar, al igual que lo hizo A. del Castillo en la década de los 20 del siglo pasado, que esos Vasos quizás no fueran una moda cerámica o funeraria sino un testigo del pasado que nos cuenta como desde Carmona partió una cultura, un pueblo, que conquistó o aculturó a toda Europa hace casi cinco milenios.

    Alcoreños que trabajaban la industria del Cobre y que se enterraban en santuarios construidos con grandes lajas de piedras y bajo túmulos.  Alcoreños que tenían en su mundo simbólico al Gran Túmulo de Alcaudete (la Motilla) como referente religioso Quizás vivían el concepto de entrelazar a la Madre Tierra con la muerte: tras la muerte todos debían ser acogido por la Madre Tierra, todos debían construir/imitar “motillas” para que sus muertos se unieran con la tierra…. Hipótesis sugestiva y expuesta para que los futuros estudios  sobre el Calcolítico en Los Alcores y nuestra Motilla la confirmen o la rebatan.

    Tartessos en Los Alcores.

Recordemos que también en el s.VIII y VII a.C., los alcoreños eran más universales, más decisivos en la historia universal que en estos tiempos de globalización uniformadora que nos ha tocado vivir.

   Tartessos (Tharsis), había entrado recientemente en el Libro sagrado de los judíos y sus referencias pasarían a la Biblia cristiana (Antiguo Testamento) unos siglos después. También encontramos referencias de Tartessos en los relatos míticos griegos: los libros de Homero, relatos de los Argonautas, leyendas de Hércules, con su expedición a las Columnas de Hércules (estrecho de Gibraltar), mito de la Atlántida, recogido por Platón y ciertas alusiones bíblicas del relato del Génesis.
   
Qué era Tartessos.

    Tartessos, además de una ciudad (que algunos historiadores  de la antigüedad la identifican con la ciudad  de Cádiz) también era el topónimo de una región geográfica. En la GEOGRAFÍA de Estrabón se dice: “siendo llamada esta región Tartesos, la que ahora habitan los túrdulos. Eratóstenes acostumbra a llamar Tartesos a la región vecina a Kalpe”. El límite oriental  de Tartessos lo sitúa Polibio en Mastia Tartessiorum, en las proximidades de Cartagena. Por tanto, Tartessos no fue nunca un reino unificado, como lo prueban las oscilaciones culturales de unas regiones a otras. Su territorio no se caracterizó por una uniformidad total. Para muchos historiadores modernos Tartessos comenzaría con el gran megalitismo del sur de la Península Ibérica, con los dólmenes de La Pastora, de Soto de Matarrubilla, Gandul y, posiblemente, el gran túmulo de Alcaudete (nuestra Motilla), exponentes, todo ellos, de una civilización muy desarrollada y organizada.

    Esta cultura se basaba en la agricultura, la ganadería y la explotación del oro, plata y cobre. Sobre su organización social y política poco se conoce. Según Caro Baroja que podía estructurarse en un poder político fuerte de tipo faraónico. Es la época de la región del culto a la Gran Madre. (Culto que persiste en esta Andalucía del III milenio d. C. aunque bajo el manto del catolicismo)

     Llegan los fenicios…

     Entre los años 900 y 750 a.C. corre la etapa proto-orientalizante, según la terminología del historiador Almagro Gorbea. Se caracteriza por la cerámica bruñida documentada en todos los yacimientos  de la época (Cástulo, Carmona, Carambolo Alto, Ategua, etc.). Se detecta el influjo orientalizante, debido a los fenicios, asentados en la costa. Se explotan a gran escala, con procedimientos nuevos traídos de Oriente, las minas de Huelva, Sierra Morena y de Cástulo. Se abren pequeños pozos para la extracción del mineral, trabajando con martillos de piedra.

    El período Orientalizante se sitúa entre los años 750-600 a.C. Los fenicios comercian intensamente con el interior de Tartessos,  y originan una cultura orientalizante que comprende todo el sur de España y Portugal. Posiblemente artesanos de origen oriental trabajaron entre las poblaciones indígenas para los reyezuelos. Este período es el tartésico por excelencia.

    Estos monarcas tartesios estarían rodeados de una corte de nobles, de clientes y de esclavos, de cuya existencia quedan huellas claras  en las diferentes sepulturas de los túmulos orientalizantes de Carmona. El lujo que rodea a estos reyezuelos tartésicos era grande, como lo indica la riqueza de los túmulos de Carmona. Vivían, al igual que los aristócratas, rodeados de productos orientales, que les proporcionaban los fenicios desde la costa. Probablemente, como los monarcas asirios y hebreos coetáneos, atraían a artesanos orientales y además tenían sus propios talleres.
   
 Tartessos: fin de la Tierra

    Nuestra tierra era el fin del mundo para los orientales, una tierra indómita que se encontraba "más allá" (el plus ultra de la bandera andaluza) de las columnas de Hércules (Peñón de Gibraltar - Tánger) Desde donde se llegaba a la ciudad más antigua de Occidente Gadir 1.100 a.C.(Cádiz), estratégicamente situada, ya que controlaba la desembocadura del Betis (Guadalquivir) y toda la navegación por el Atlántico y, por lo tanto, la salida de los metales procedentes de Sierra Morena y de la Vía de la Plata, además de las ricas pesquerías de la costa Atlántica de Marruecos y la explotación de púrpura de Mogador .

    El Betis, Gran Río más parecido a un lago interior (lago Ligustino) llevaría a las naves fenicias, y después púnicas, a puertos interiores Caria (Coria del Rio) Cerro del Carambolo (Sevilla) donde comerciar con los tartésicos  durante la primera mitad del  I milenio a.C.

     Hasta esos puertos llegaba desde el norte peninsular (Vía de la Plata) el material más preciado para los orientales, el que otorgaba el poder a los ejércitos y era el más reciente avance armamentístico: el estaño. Con el estaño se transformaban  las  débiles armas de cobre en fuertes armas de bronce… y en el Mediterráneo Oriental no había estaño. Por ello, Tartessos y el lugar de aprovisionamiento de estaño (puertos de Sevilla) eran un lugar de vital importancia estratégica para los imperios orientales.

     Fenicia, con su enorme flota mediterránea y con sus rutas comerciales,  se ocupaba de comerciar con el estaño, pero además de estaño, Fenicia llevaba hacia los pueblos orientales artículos y enseres producidos en Tartessos,  y sobre todo de los Alcores. Un texto  de Timeo lo relata de la siguiente manera: “Se cuenta que los primeros fenicios que llegaron por mar a Tartessos trajeron tanta plata, habiendo llevado aceite y alguna otra pacotilla marinera, que no podían albergar por lo que acordaron, al marcharse, fundir en plata todo aquello de lo que se servían, incluso todas las anclas.”
   
 Y los fenicios se quedaron en los Alcores…

    Así se produce en una segunda fase de colonización fenicia, caracterizada por una mayor territorialidad de los asentamientos, ocasionada por la demanda de tierras y una mayor penetración hacia el interior agrícola representada en la Península  Ibérica como la Cruz del Negro, Carmona y Frigiliana, se trata, en definitiva, de la ocupación de los Alcores. El asentamiento de estas colonias agrícolas fenicias y las relaciones de convivencia y vecindaje que parecen haber mantenido con  las comunidades autóctonas locales sería el principal factor responsable  de procesos de interacción cultural y mestizaje responsable de la aculturación y del potente sustrato hispanofenicio que se observaba en los Alcores a  llegada de Roma a finales del s.III a.C.

Tartessos adquiere la cultura oriental.

  Los fenicios fueron los introductores en Tartessos de la escritura, siendo el rasgo definitorio de un estado avanzado de evolución política y social, una sociedad avanzada con vida urbana, el  estado-ciudad desarrollado con cierta complejidad administrativa.

    Así, Estrabón nos cuenta: “Los turdetanos (tartesios) son los más cultos de los íberos y tienen escritura y escritos históricos en prosa y en poesía y leyes en forma métrica que según se dice, datan de seis mil años”.

    Quedamos asombrados de la calidad de los bronces que produjo el artesanado de Tartessos. Gran cantidad de jarros de plata y bronce, utilizados en los ritos funerarios, al igual que los llamados “braserillos” donde posiblemente se quemaban perfumes; los jarros de boca trilobulada de la Cruz del Negro cuya característica principal es su boca plana; broches  de cinturón, de Carmona, decorados con motivos orientales, como el árbol de la vida.

    Reseñar los impresionantes marfiles de las tumbas de Carmona: cajas, peines, cucharillas, placas de cazoletas, píxides, barras, placas rectangulares, cuentas de collar y amuletos. Estos marfiles han motivado opiniones contrarias en los investigadores: Bonsor los atribuía a los fenicios; para Pulsen, el grupo descubierto en el Acebuchal era de origen cartaginés; P. Paris los creía obra de artesanos púnicos; Albright  los considera fenicio pero de una cronología muy alta, s. X a.C. Todos coinciden que los prototipos se  encuentran remontados a los años comprendido entre 1350 y 1250 a. C. Las dos escudillas del Acebuchal se asemejan mucho a una procedente de Beth-Zur (Jerusalén) datada en  el año 1000 a. C.

    La figura humana más importante es un guerrero, doble, de una caja de marfil de Bencarrón, que, rodilla en tierra y de  perfil, lucha con un grifo y un león. Va armado con una lanza y defendido con escudo circular. Viste túnica corta y cubre su cabeza con un casco empenachado de pelo o de fibra. El tema de la lucha del hombre con felino, que vuelve la cabeza hacia atrás, es frecuente en los cuencos asirios. Cascos confeccionados con piel de animales se menciona ya en la Ilíada. El guerrero de Bencarrón está inspirado en los arqueros de los cuencos de Delfos y de Olimpia, en las cistas de Luristán y en los marfiles de Nimrud y Enkomi.

     Las cucharillas cosmética decoradas con cabras, que vuelven la cabeza hacia el árbol sagrado, siguen prototipos orientales de Nimrud. En los marfiles de Carmona se repite toda la flora oriental, pero no con la misma variedad. Estos marfiles se trabajaron en Tartessos para una clientela indígena, bajo la influencia fenicia de los modelos orientales. Ningún marfil hispano es importado, carecen de sentido plástico que los diferencia de los orientales o etruscos. Los marfiles de Santa Lucía y de las incineraciones del Acebuchal son los más antiguos y coetáneos de los cuencos figurados fenicios que datan del s.VII  a.C.

    Todos esos bronces y marfiles  indican que Tartessos estaba sometido a  influencias de muy distintas procedencias (rodias, etruscas, campanas, chipriotas y fenicias) aunque todas llegaron, seguramente, a través de los mercaderes fenicios, que por comerciar con todos los pueblos del Mediterráneo eran portadores de todo tipo de modas y modelos.

    Los fenicios introdujeron en Tartessos el vidrio, el trono de alfarero y muchas formas cerámicas imitadas enseguida por los indígenas: la pintura vascular y el engobe rojo. También la cerámica a trono policromada de Carmona que a veces se espatulaba, otras veces la decoración es figurada e incisa como en la Cruz del Negro. Esta técnica procede de Asia Menor y se empleó a partir del siglo VII a.C.


  
  Al final, la desintegración

    Una serie de acontecimientos, entre los que posiblemente el principal sea la fundación de la colonia focense de Massalia (Marsella) influyen de manera clara en el debilitamiento del reino de Tartessos. La fundación de Massalia al final de la vía interior del estaño en la desembocadura del Ródano perjudicó al abastecimiento del estaño en el mediodía peninsular, de modo que a finales del siglo VI a.C. ya no existen representaciones de la gran metalurgia del bronce en Tartessos. Los fenicios ya no pudieron proporcionar a los indígenas el estaño necesario para la fabricación de bronces y la propia actividad económica de los fenicios, que actuaban como intermediarios, se vio afectada, lo que se refleja en una importante crisis en los asentamientos fenicios del círculo del Estrecho.
    Políticamente este proceso desembocó en la ruptura de la unidad de la infraestructura económica regional y la consiguiente ruptura del equilibrio político, dividiéndose el territorio en un mosaico de "taifas" donde ningún jefe local estuvo en condiciones de controlar un territorio más amplio del que tradicionalmente pertenecía a su grupo…La rica Tartessos pasó a ser la dividida Turdetania que conocerían los primeros romanos de finales del s.III a.C. que desembarcaron en Hispania.

De la web:
http://fuentedelsol.blogia.com/2009/061301-visita-a-la-exposicion-de-la-hispanic-society-of-america-en-sevilla.php

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