Recorrido: Mairena del Alcor, Carmona, Arahal, Puebla de Cazalla, Marchena, Osuna, Antequera, Casabermeja, Álora, Archidona y Málaga
Referencias: El objetivo es demostrar la existencia de un gran número de figuras que defendieron un tipo de flamenco concreto en toda la banda de influencia que une Sevilla con Málaga a través de localidades con mucha tradición jonda.
Duración recomendada: 5 días.
Los mejores cimientos: el mairenismo como punto de partida.
El flamenco es un cruce de caminos. Nadie lo duda. Y en cada punto de intersección hay un venero del que mana agua fresca y nueva para nutrir caudales diferentes. Atrás queda Alcalá, cuya corriente baja pareja a la del Guadalquivir hasta llegar a Cádiz a compás de tres por cuatro. Pero las voces del Guadaíra también sueltan un afluente con dirección a Málaga para crear una ruta que inaugura la comarca de los Alcores. Bebiendo de fuentes pauleras y talegueras, Mairena se erige en base de este viaje hacia las entrañas del cante, del toque y del baile. Nada menos que Mairena. La cuna de don Antonio Cruz García nos da las claves exactas del porqué de esta ruta. Sólo es necesario acercarse hasta la peña o Casa del Arte Flamenco Antonio Mairena, enclava en la casa en la que nació el artista y en la plaza que lleva su nombre, para adentrarse de lleno en la ingencia de un cantaor situado en la cúspide de la historia jonda. Allí puede leerse sobre azulejo:"En esta casa nació el 5 de septiembre de 1909 Antonio Cruz García, de nombre artístico Antonio Mairena –Llave de Oro del cante. Córdoba, 1962-. Artífice genial del más puro cante jondo, elevándolo a su más alta dignidad..". Y es que sin la existencia del genio, esta localidad tendría que ser mencionada en otros términos, pero lo cierto es que, tras las secuelas mairenistas, el pueblo está plagado de una afición que probablemente no tiene parangón con ninguna otra de Andalucía. Su Festival del Cante Jondo, que se celebra cada mes de septiembre en el Auditorio de la Casa Palacio, actualmente en proceso de restauración para albergar un museo dedicado a Antonio, es de los más importantes del panorama cabal. Pero una de las citas más relevantes es la que el amante del cante tiene con el famoso concurso que acoge el patio de la citada Casa Palacio, por el que han pasado todas las grandes figuras del género de las últimas décadas, como es el caso de Camarón de la Isla. No obstante, el repaso a la Mairena flamenca no sólo debe quedarse en la personalidad de Antonio, pues de allí son también otros maestros como sus hermanos Curro y Manuel o Calixto Sánchez, primer Giraldillo del cante. Aún así, es emocionante acercarse hasta el cementerio de San José y contemplar el mausoleo de don Antonio repleto de flores alrededor de su busto, auspiciado por las efigies de la Niña de los Peines, Manuel Torre, Juan Talega y Joaquín el de la Paula. Interesante, ¿no? Pues esto aún no es nada. Sigamos avanzando porque la zona de influencia del genio de la tercera Llave huele a ruinas romanas.
En Carmona hay una fuente
Don Antonio pronto encontró cobijo perfecto para su cante junto a la vieja necrópolis. Porque en Carmona hay una fuente. Ya lo dice el polo:"Carmona tiene una fuente con catorce o quince caño". Y por ir en busca de ella –es probable que la coplilla se refiriese a la que hoy se conoce como la de los Leones- dejó el maestro la pensión de la sevillana calle Jáuregui para marcharse al pueblo del Tío Maero, de Pepita Caballero y del Mico. Allí vivió en una casa céntrica, en la calle General Chinchilla, que es fácil de encontrar gracias a la placa que indica la estancia del Cruz García en este lugar. Entró por la Puerta de Sevilla -ésa que elevaron los cartagineses antes de la II Guerra Púnica- allá por el año 1939, y no volvió a salir hasta el 56. Tiempos de posguerra. Muchas cosas han cambiado desde entonces, pero nada ha podido con la devoción por la jondura que el dios de la Llave endilgó a los carmonenses. Al socaire de su figura surgió el concurso de cante en 1982, que se celebra anualmente en octubre. Este certamen está organizado por la Asociación Cultural"Amigos de la Guitarr", actualmente con sede en el recinto ferial, que dio a luz también el"Memorial Pepita Caballer", donde se organizan conferencias, recitales y exposiciones allá por noviembre. Esa misma institución pone en marcha los cursos de guitarra de Rosario Jiménez durante todo el año y asiste al maravilloso espectáculo del día a día en una ciudad inenarrable. Baste contemplar el Hotel Alcázar de la Reina, una belleza arquitectónica donde también se organizan recitales y conferencias jondas, surgidas de una tertulia parida en los sesenta. Y si a eso se le añaden las veladas en la Taberna del Tempranillo, en la Plaza de Arriba, donde todos los miércoles se da a conocer a una joven promesa, la oferta resulta desmedida. Mas no se cansen, viajeros. Disfruten mirando cómo Germán Torres lija las maderas de sus guitarras en su vetusto taller. Oigan a José Parrondo por seguiriyas o a Paco Moya por malagueñas. Para entonces ya estarán envenenados. Y el veneno, con veneno se cura. Vámonos para Arahal.
Aceitunas y Pavones, Señas Arahalenses
Quizá sea la hora del piscolabis cuando aparquen en la Plaza del Ayuntamiento de Arahal. No lo duden: métanle mano a las aceitunas locales, pues en su sabor está también la esencia de la hondura flamenca lugareña. Aún siguen abiertas las disputas sobre el lugar de nacimiento de Pastora Pavón Cruz, la Niña de los Peines. Las teorías más difundidas afirman que la maestra vio la luz primera en la Puerta Osario de Sevilla. Otras, en cambio, defienden que fue en el Viso del Alcor, pueblo de su padre por el que también hay que pasar al hacer esta ruta. Y las últimas aseguran que ocurrió en Arahal. ¿Por qué? De allí era su familia materna y allí nació su hermano mayor, Arturo. Con eso basta. Estos datos son suficientes para corroborar las raíces flamencas de un pueblo que se jacta de ser uno de los más entendidos en la materia. Vayan si no al antiguo Casino y pregunten por los años en los que Pepe Pinto ejerció allí de croupier. Hagan una parada en la Venta de los Tres Gatos para que el anfitrión les narre las reuniones en las que se concitaban Pastora, el Pinto, Pepe Marchena o Mairena. Siéntense un rato en la Peña Niña de los Peines y cómanse una ración de pollo frito mientras observan las fotografías de su exposición permanente. Acudan en junio al festival"Al Gurug", adaptado a los nuevos tiempos para acabar con las largas y cansinas veladas nocturnas. Pruébense uno de los trajes de flamenca de Elisa Fernández, en la calle Codorniz. Y antes de volver a coger la carretera, miren hacia atrás. Verán mucho más que un conjunto de casas blancas. Verán veneno jondo. ¿Seguimos buscando el antídoto?
La Puebla de Cazalla pintada por Moreno Galván
Si la solución al emponzoñamiento está en la ortodoxia, ningún sitio hay mejor para encontrarla que La Puebla de Cazalla, donde el gusto por un tipo de cante concreto practicado allí hasta la saciedad lo deja claro don Francisco Moreno Galván:"El cante es una música, un sonido sin parangón alguno. No tiene hermano parecido. Nace del grito, de la queja y del llanto, y a veces de la rabia: el cante tiene sonidos negros. Antes que una nota musical es un aullido, prefiere la voz áspera, ahogada, rota, a la voz clara, limpia y de perfecta armonía. El cante es lo que no es el canto, lo que no encanta ni complace. Antes que la complacencia, ha de herir y doler. El cante va directo al sentimiento". Adalid de la escuela mairenista, junto con otros intelectuales como Ricardo Molina, Francisco Vallecillo y Alberto García Ulecia, Moreno Galván deja con sus pintura y sus poemas unas secuelas en La Puebla que aún permanecen vigentes. Todo el mundo habla allí de su grandeza artística, de sus años de formación en Madrid y de su posterior implicación con el Partido Comunista desde antes de la Transición. Estas actitudes conllevan varias consecuencias: pinta decenas de carteles para festivales flamencos y escribe un sinfín de nuevas letras para el repertorio jondo en las que las reivindicaciones sociopolíticas jalonan la propuesta. Pero antes de que todo eso llegue, aun con los precedentes flamencos de Dolores Crujera y los Joseleros, La Puebla asiste a los éxitos de una Niña que gira por toda España haciendo suyos los campanilleros de Manuel Torre y exponiendo grandeza en la interpretación de los llamados estilos libres. Dolores Jiménez Alcántara, la Niña de la Puebla, sigue siendo recordada en su tierra a través de un monumento a su figura, situado frente a su casa natal, y una calle con su nombre, cuya visita aún nos puede dar más claves sobre el profundo sentimiento flamenco que se produce durante toda esta ruta. Además, La Puebla, con sus artistas, representa un territorio trascendental de la Historia del flamenco: el paso de la ópera, etapa en la que Dolores se hizo grande junto a maestros como Sabicas, a la época de revalorización liderada por Mairena, donde tiene especial relevancia el papel del citado Moreno Galván, pues unos jóvenes llamados José Menese, Miguel Vargas y Diego Clavel empiezan a imprimir un nuevo sello al repertorio cabal. La soleá y la seguiriya adquieren protagonismo en un pueblo que se enorgullece de echarle mano a los manojos en su ya mítica Reunión de Cante Jondo, que se celebra cada mes de julio en la Hacienda la Fuenlonguilla y en el que todos los años se puede escuchar tanto a Menese como a Clavel, (pues el Vargas falleció hace algunos años en Paradas), en su peculiar ronda de tonás. Es curioso también que los carteles de este certamen, que se inauguró en 1967, han sido realizados siempre por Moreno Galván, lo que ha propiciado la posibilidad de crear una exposición permanente de ellos en el Museo de Arte Contemporáneo, otra de las visitas obligadas en este paseo. Como igualmente interesante es ver el resto de la colección flamenca de Joaquín Sáenz y Patricio Hidalgo o pasear ante el monumento levantado a Francisco entre parterres de tomillo y romero. Y para terminar de coger cuerpo es obligatorio dejarse caer por el bar Central, en la Plaza del Cabildo, o por la Taberna de Juan Ortiz, dos auténticos museos del género en los que las conversaciones sobre el cante son diarias. Porque cuando el veneno forma parte de tu cuerpo, hay que aprender a vivir con él. Demos una vuelta por Marchena.
Marchena la del Pepe y Melchor
A poco que pasemos por debajo del Arco de la Rosa, percibiremos que en Marchena la afición al flamenco viene ya de antiguo. Célebres son las referencias de Antonio Mairena a la vieja Tía Gilica, una cantaora a la que debemos un estilo por soleá, y a otros artistas del lugar como Juan el Cuacua o el Lico, gitanos de tronío que usaban el cante como bálsamo para sus penurias. Su arte se desarrolló en la llamada zona de la plaza arriba o Ducal y a sólo unos metros tuvo su centro neurálgico la guitarra, liderada por Melchor de Marchena, que tiene una placa en el rincón dedicado a su memoria, y por su hijo Enrique de Melchor. También destacó allí la figura de Pepe el de la Flamenca. Pero independientemente del gusto personal de cada cual, nadie puede poner en duda que la gran figura de la tierra es don José Tejada Martín, Pepe Marchena, un maestro y creador que encabezó la etapa de la "pera Flamenca realizando numerosas"tourné" por toda España. Creó la colombiana y le dio nuevo formato a los cantes de ida y vuelta. Grabó una antología con cientos de estilos para la casa Belter. Fundó una nueva estética en el vestir. Influyó claramente sobre artistas posteriores como Enrique Morente... Por todo ello, su pueblo le ha dedicado una estatua de bronce, está proyectando la creación de un Museo Monográfico del Flamenco y ha colocado una placa en la casa natal del artista, en la calle Arahal. Además, Marchena cuenta con con su tradicional Festival de la Guitarra, que se celebra en el Palacio Ducal cada mes de julio. Son asimismo importantes el Concurso Nacional de colombianas y Otros Cantes y el Certamen de Saetas, pero eso no puede dejar en el olvido a la Asociación Cultural Flamenca Arte y Compás y a la peña, repletas todo el año de actividades y de gente dispuesta a dar una explicación certera de la idiosincrasia del cante de Pepe Marchena, un genio indiscutible de la historia cabal. Es curioso: Marchena y Mairena se distancian sólo en cuarenta kilómetros y un par de letras. ¿Por qué sus figuras flamencas son tan contrapuestas? No hay respuesta, pero está claro que esta ruta desata un torbellino de pasiones. Avancemos, avancemos.
Osuna: Flamenco de Colegiata
Mucho antes de que naciera el flamenco como arte consolidado, ya tenía Osuna una Universidad. Por eso allí se conoce el arte cabal con una profundidad unisitada, algo que, sin más justificación, obliga a hacer una parada enriquecedora. La vieja tradición jonda del lugar se personificó en los albores del siglo XX en las figuras del Chato de Osuna, cantaor habitual de Carmen Amaya, de Juanito de Osuna, de Antonio el Bailaor o del guitarrista El Lele. Pero la artista más venerada en esta bellísima localidad sevillana es, sin duda, Carmen Torres, una cantaora emparentada con el mismísimo Joselero de Morón que hizo de la saeta una pieza celestial. Un azulejo situado en la subida a la Colegiata lo demuestra. Allí se narra el delirio que la Torres provocaba entre los cofrades cuando las mañanas del Viernes Santo Jesús Nazareno y la Señora de los Dolores bajaba por aquellas cuestas y la mujer alzaba la voz sin compasión. Nadie en Osuna lo olvida. Como tampoco se deseña allí la grandeza del paraninfo de la Universidad, lugar elegido para celebrar cada mes de noviembre el Ciclo Flamenco, en el que se programan conferencias y recitales. También llaman la atención los escenarios que acogen al concurso de saetas Carmen Torres: la Casa de la Cultura y, cómo no, la Colegiata. Cantar junto a tanta obra de arte es engrandecer el cante. Así al menos se expresó el propio Fosforito cuando fue homenajeado por los ursaonenses, que el resto del año satisfacen su devoción al flamenco acudiendo a su maravillosa peña"La seguiriy", situada en los altos del mercado. Fotografías de todas las figuras del arte jondo ilustran las paredes del local, que siempre da cobijo a una guitarra construida por el Lele para ser asida por quien la solicite y a un cantaor del lugar, Manuel Cuevas, que crece a paso de rey después de haber ganado en 2002 la Lámpara Minera de La Unión. ¿Más cianuro? Cambiemos de provincia.
Antequera, la Niña Malagueña
Es posible que al oír la palabra Antequera cualquier amante del saber piense directamente en su conjunto dolménico, sus iglesias y conventos, sus casas solariegas, su Torcal, su Museo Municipal en el Palacio de Nájera... Pero la ciudad del amanecer histórico de Andalucía esconde otros muchos atractivos imposibles de percibir a simple vista. Y uno de ellos, por supuesto, es el flamenco, faceta en la que hay que poner de relieve los nombre de Juan Casillas y la Niña de Antequera, sus dos máximas figuras. Precisamente el primero de ellos le da nombre al concurso que se celebra cada año durante los sábados que van de marzo a junio. Luego, en agosto, la Noche Flamenca de Santa María ofrece otra cita singular con el arte andaluz. Porque en Antequera la afición es desmedida, tanto que por allí pasaron en su época todos los grandes artistas de la historia, como Chacón, Pastora Pavón, Manuel Torre, Vallejo, Pepe Marchena... Todo esto se intenta mantener vivo en la peña dedicada al guitarrista local Paco de Antequera, situada en Cartaojal. Mas si hay un acontecimiento singular en esta ciudad milenaria relacionado con el flamenco es la celebración de la Navidad. Cada 20 de diciembre, por la noche, la Colegiata de Santa María la Mayor escucha decenas de villancicos jondos, algo que pone en evidencia la procedencia folclórica del género. Todo el mundo canta porque el pueblo es quien manda, si bien destacan las voces profesionales de Chamizo de Antequera, Gitanillo de Antequera y Salud Amaya, que recuerdan con nostalgia las viejas serranas de la Niña, tan antequeranas como los alfajores conventuales, como la calle dedicada a su memoria en la Villa Baja, donde existe aún una torre en la que los viejos del lugar dicen que vivió la artista durante muchos años. Pero no desistamos. Aún queda mucho camino por andar. Málaga no acaba más que de comenzar. Y seguimos envenenados.
Casabermeja, un festival de emociones
En medio de los Montes de Málaga, al Sur de las sierras del Torcal y de las Cabras, justo donde el cante se abandola, nace Casabermeja, un pueblo antiquísimo refundado por los Reyes Católicos. En un paseo por su casco viejo surge rápidamente la eterna duda del flamenco: ¿de dónde procede? Porque allí parece que se puedan respirar las verdiales a cada paso que se da. Y entonces el visitante cree que el arte jondo viene del pueblo, de sus eternas melodías bailables. Y todo se corrobora presenciando la panda local, que engrandece los fandanguillos de los montes y saca del cofre del olvido bailes como el de la Churripampa, el de la Rueda o el de la Maragata mientras avanza por la calle Real. Pero la gran cita de Casabermeja con el flamenco de hoy se produce durante su Festival de Cante Grande en el Polideportivo Municipal el penúltimo sábado de cada mes de julio. Vayan y nunca más dejarán de volver. Porque el público se dispone como si estuviera en un gran café cantante, sentado en mesas de madera, y presencia un espectáculo magníficamente planteado, dividido en dos partes y centrado en un solo tema cada edición: la mujer en el cante, la guitarra, el baile, los jóvenes valores... Más de 30 años tiene ya esta propuesta singular que no se asemeja a ninguna otra del panorama flamenco, pues, además, las calles se perfuman de yerbabuena y maltranto durante la celebración de la jondura. Y si no es suficiente con esto, siempre queda la posibilidad de disfrutar en la peña flamenca Torre Zambra, cuya sede fue antes casa del pueblo y luego cine, mientras se degusta un conejo al ajillo contemplando las fotos de Chocolate, Terremoto, José Mercé o Chano Lobato realizadas por el artista local Juan Nebro. Por último, es de obligatorio paso también la tradicional Olla Flamenca, que se celebra en septiembre. Y cuando ya esté el citado conejillo digerido, a seguir, que esto no se acaba hasta que no cante El Canario.
Álora la de Molofino
Cuando el pájaro trina, todos callan. Y en Álora trinó un Canario de leyenda al que todos llamaban Molofino. Con él nació la devoción del pueblo por el cante. De él brotó la implicación de Álora con la malagueña. Juan Reyes Osuna nació en esta localidad en 1855 y murió antes de poder ver la luz del siglo XX. Tenía 30 años. La noche del 12 de Agosto de 1885, El Canario y La Rubia de Málaga, con quien se dice que tenía un romance imposible, actuaron en el Café del Burrero, en los bajos del Puente de Triana de Sevilla. Al acabar el cante, el padre de ella lo citó en la calle para pedirle explicaciones al artista sobre la relación con su hija. Todo acabó mal. Una faca de suegro rebelado le partió el corazón en dos. Se desató la leyenda. Y Álora la vivió como suya haciendo enorme su entrega por el flamenco para defenderse de quienes decían que éste era un arte para marginados. A la sombra de Molofino crecieron Diego Beigveder Morilla, el Perote -malagueñero y trillero cuya casa natal puede visitarse en la calle Erillas-; Ángel de Luiggi Miranda, Ángel de Álora; y José González Vergara, El Mijita, también conocido como Niño de Álora. Toda su escuela puede contemplarse hoy día en el pueblo del Valle del Guadalhorce, donde los fandangos del lugar, los cantes de trilla y siega, los del columpio y la malagueña siguen siendo interpretados por los aficionados de la peña local. Y toda esta historia singular se concentra en un evento mágico, el festival del mes de julio, que se celebra en la Piscina Municipal, donde lejos de vivir romances imposibles, los habitantes del pueblo aman al flamenco tanto que estarían dispuestos a caer de bruces en el Puente de Triana y unirse para siempre con El Canario. Más veneno. Cada vez ingerimos más veneno. Ya no hay quien nos cure. Fenezcamos del todo. Pasemos por Archidona y su peña, por Riogordo y Colmenar. Detengámonos en Málaga. Allí comienza la ruta que sigue las huellas de don Antonio Chacón para terminar en Granada. Sigamos, sigamos, que de algo hay que morir.
Esta ruta se incluye en la Guía Telemática del Flamenco y se ofrece a operadores turísticos y a clientes que deseen conocer Al-Andalus desde el prisma del flamenco con todas las posibilidades de disfrute y consumo de este arte.Toda la información relativa a la ruta se puede encontrar en www.andaluciaflamenco.org , mientras que para confirmar la asistencia a las actividades, el interesado lo puede hacer a través del e-mail flamenco@andalucia.org o por teléfono 901 20 00 20. La asistencia es gratuita, previa reserva, hasta agotar el aforo de cada uno de los lugares en los que se celebren los actos.
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